El entramado empresarial español está formado básicamente por microempresas y pymes. Durante mucho tiempo hemos caido en el error que emular la forma de hacer negocios de las grandes compañías, sin considerar la realidad económica española basada en pequeños negocios y profesionales independientes.
La estrategía empresarial de la gran empresa maximizar resultados, como cualquier empresario. Estas compañías utilizan sus economías de escala para desarrollar políticas empresariales encaminadas a reducir costes ofreciendo una amplia gama de servicios. Basan toda su fuerza competitiva en la estandarización de servicios para conseguir una satisfación del consumidor estandar.
Los pequeños negocios han emulado esta forma de proceder pero en una realidad completamente distinta. Un negocio funciona cuando se conoce y domina una ventaja competitiva y se explota. Ese ha sido el error del pequeño empresario, del profesional español. La ventaja competitiva del entramado empresarial español es el trato directo, cuidado y personalizado del consumidor. Eso sólo lo pueden conseguir los pequeños negocios que tienen trato directo con el cliente y donde para ellos un cliente es una persona y no un número. Estas empresas se centran en el cuidado de los servicios que prestan. No ofrecen un servicio estandarizado, sino personalizado.
Es el momento de afianzar la posición en el mercado a través de la profesionalidad experta personalizada y adaptada a las necesidades de cada cliente en un entorno cambiante. El servicio tiene que ser único e individualizado para cada consumidor. Especialización y diferenciación dónde los profesionales, microempresas y pymes españolas tienen su ventaja competitiva y generan valor en el mercado.