La RSE se puede definir como “las acciones que llevan a cabo las organizaciones en materia económica, social y medioambiental para responder a las expectativas de sus grupos de interés y, de esta forma alcanzar ventajas competitivas”. Es una gestión de tipo estratégico que afecta a la toma de decisiones y a las operaciones de toda la organización, creando valor en el largo plazo y contribuyendo significativamente a la obtención de ventajas competitivas duraderas (AECA, 2004).
En la actualidad, la sociedad exige a las empresas compromisos no sólo económicos sino también en los ámbitos medioambiental y social. Esto está provocando que las empresas asuman este tipo de responsabilidades y adopten prácticas de RSE dirigidas a satisfacer las expectativas de los diferentes grupos de interés. Para adoptar estas prácticas las organizaciones necesitan una administración profesional experta y adaptada a la realidad de su negocio.
Un administrador es la persona que soluciona problemas, determina los recursos existentes, planifica la actividad, desarrolla estrategias, efectúa diagnósticos de situaciones. Los conocimientos académicos son importantes pero el éxito de un administrador está en ciertas características de personalidad, de conocimiento tecnológico, para llevar acabo de manera eficiente la administración.
Un buen administrador tiene que orientar a la organización para adaptarse a los cambios que se presentan en las condiciones sociales y así alcanzar metas a largo plazo que benefician a la sociedad.
Es un enfoque experto porque adapta las decisiones a cambios en las condiciones de la sociedad con la búsqueda de metas a largo plazo para los negocios y que sea bueno para la sociedad. En definitiva, respeta los requisitos legales y económicos, incorpora la ética y moral que toma en cuenta lo que es correcto o incorrecto, es un enfoque ético con decisiones de largo plazo.