Archivo por meses: abril 2015

Actor sólo en cine

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Un farsante es un actor que necesita de otros para aparentar lo que no es. Lo mejor para no caer en las redes de estos embaucadores es evitarlos.

El falso profesional es un embaucador que simula para conseguir sus objetivos. Los impostores pueden llegar lejos y por tiempo indefinido. Los comportamientos deshonestos son percibidos como no gratos, y, a veces, la propia empresa no lo percibe o incluso lo ampara, pues nadie antes ha gestionado esa situación.

Son autoritarios y utilizan a los demás para alcanzar sus objetivos; sin prestar apoyo ni consideración a las perspectivas de los otros. Todo en ellos son éxitos, nunca han fracasado ni tienen críticas constructivas con ellos mismos. Son arribistas, les guía su propia ambición. Hablan de lo que han hecho con seguridad, pero no aportan nuevas ideas u opiniones.

Cortar las alas a estos farsantes a tiempo es clave, pero no siempre es fácil, ya que se cuelgan medallas ajenas y se desdicen inmediatamente y pueden poner en riesgo el trabajo de toda la organización. Su hipocresía la acompañan de buenas formas, además, son expertos en desplegar cortinas de humo: Se atribuyen las medallas de otros, tapan el trabajo del resto y suelen ser aduladores con la autoridad.

Correcto y bien hecho!

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La gestión profesional es la habilidad de hacer las cosas correctas y hacerlas bien. Un gestor profesional tiene que ser inteligente, creativo y con un alto conocimiento, además, de ser capaz de transformar estas habilidades en resultados.

Un profesional trabaja eficientemente porque implanta la productividad en su labor, aporta valor más allá de su especialización, colabora incrementando las fortalezas de todos y minimizando las debilidades. Siempre establece prioridades.

En la toma de decisiones es sistemático como un doctor: define el problema, determina el diagnóstico (la situación en la que se encuentra y hacia dónde quiere ir). Prescribe el tratamiento a seguir (es proactivo y convierte la decisión en acción) y luego, hace un seguimiento y control (evalúa la acción y toma las medidas necesarias para conseguir la meta planteada).

Las crisis o problemas empresariales son como la enfermedad en el hombre, cuanto antes se detecte, más fácil será su solución. Es importante acudir a un especialista para que haga un diagnóstico y establezca el tratamiento adecuado. Cuando la enfermedad es curada, no se puede olvidar la prevención, es muy importante una gestión diligente. Cuando hay un problema de salud se acude a un especialista, ¿por qué no se dispone de un profesional cuando la empresa enferma o tiene un problema?

Yo y mi circunstancia

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» Yo soy yo y mi circunstancia» Ortega y Gasset. Lo primero es lo primero, conozcer la situación y actuar. Proactividad: ¡Adelante!

Ten siempre presente una idea simple: «Eres es el promedio de las cinco personas con las que pasas la mayor parte del tiempo».

Pensar en ello nos lleva a buscar rodearnos de personas que realmente nos hagan crecer. Los que aportan valor, y este también es el caso de las empresas. El equipo de profesionales tienen que sumar y la suma del todo tiene que ser mayor que cada elemento por separado. Así, los verdaderos profesionales, las grandes personas, ayudan a alcanzar el potencial pleno, en cambio, las personas tóxicas, los no profesionales, arrastran y derivan en fracaso a largo plazo.

La gente tóxica crea estrés y conflictos porque conllevan negatividad, crueldad, el síndrome de víctima e incluso la locura.

El éxito profesional y personal nunca llega a su pico más alto hasta que no se esté con las personas adecuadas.

A menudo se habla de empleados ineficaces, pero ¿y si la ineficacia está instalada en la toma de decisiones? Hay pocas cosas peores que tener un trabajo aburrido pero peor es trabajar con personas tóxicas o abusivas.

El líder narcisista o tóxico puede funcionar abierta o encubiertamente, intimidan o actuan abusivamente hacia todos, incluso sus compañeros del mismo nivel de responsabilidad e incluso aquellos por encima de ellos. Son manipuladores, degradantes, a veces verbalmente abusivo en un contexto aparentemente agradable o profesional.

Puede ser especialmente confuso si el liderazgo superior ignora el mal jefe. El sentimiento es de pérdida de cordura, pérdida de autoestima, sin valor, impotencia.

Pero, tranqulo, no estás loco, estás tratando en un ambiente no adulto. Cambia lo que te está quitando valor, así, trata de no hablar mal o participar en chismes, contener el daño con el buen comportamiento, hacer un buen trabajo. Siendo profesional y productivo en el trabajo. Centrarse en ser profesional y adulto.

Es probable el tener que dejar la empresa. Es una pena ir por otro camino cuando en realidad quisieras seguir el camino que elegiste: la empresa de la que formas parte. Pero como decía,

Outsourcing: Gestión profesional

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El outsourcing es la externalización de un servicio profesional. Las empresas delegan en profesionales la gestión de asesoría financiera, fiscal y contable, porque son profesionales altamente cualificados que garantizan los niveles de calidad y exigencia requeridos, además, de la reducción de costes que conlleva.

Las dificultades económicas y la decisión por sobrevivir en un entorno empresarial cambiante hacen que las empresas apuesten por el outsourcing, centrándose en las actividades estratégicas para su sector, con lo que verdaderamente ganan dinero. El outsourcing incrementa la productividad, optimiza los recursos y mejora los estándares de eficiencia, eficacia y rentabilidad.

El empresario tradicional es reticente a esta forma de trabajar pues se siente agredido al compartir información confidencial, pero un gestor profesional es como un doctor en medicina. Todo es confidencial, el empresario acude a estos profesionales para que evalúen la situación, den un diagnóstico con una prescripción de tratamiento y el seguimiento y control de la evolución de la empresa, llegando a su total curación, con el objetivo cumplido. La clave es que sean verdaderos profesionales con implicación total en la gestión que desempeñan, siendo capaces de dar orientación en la toma de decisiones.

Mosqueteros en la empresa

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«Uno para todos y todos para uno»

La gestión empresarial de hoy trata de crear escenarios hacia una dirección concreta. Cambiar por cambiar no basta, es necesario que los miembros de la empresa puedan sean actores de ese cambio aportando conocimientos y habilidades. El aprendizaje continuo es fundamental para entrar en el camino de crecer.

Se implanta el sentido de la eficiencia como medio para el desarrollo del profesional en su afán de mejora continua. Es necesario poner alma en lo que hacemos, sentir que somos parte del proyecto por el que apostamos.

En la empresa se impone la era de “saber escuchar, entender, reconocer”, darle valor, alma a las tareas. Es la cultura empresarial donde se implanta el reconocimiento justo, donde todos están en el mismo barco y aportan lo mejor de sí mismos, aprenden entre todos, colaboran para alcanzar la meta marcada.

Es tiempo del lema de los mosqueteros: “Todos para uno y uno para todos”.

Una empresa se hace fuerte cuando sus profesionales se consolidan bajo los principios de cooperación, trabajo en equipo y sentido de la identidad y pertenencia. La empresa debe tener claros los objetivos y todos componentes trabajar por el éxito de la empresa. El profesional tiene que hacer su trabajo y hacerlo bien. Aquí es donde está el fallo en la actualidad, se intenta sacar el trabajo sin profesionalidad, y a corto plazo se reducen costes pero a largo plazo será un problema cuando vuelva a imponerse la exigencia de calidad.

Cultura profesional, ponle ALMA

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La cultura profesional es el conjunto normas y valores que identifican al profesional. Es, en definitiva, su diferenciación. Todo cambia, pero la cultura permanece. Dentro de la empresa la cultura está inmersa en su misión, visión y valores, considerada como elemento importante a nivel estratégico.

Toda empresa tiene que tener una estrategia para alcanzar el propósito marcado. Aquí entra en juego la cultura profesional, cuando sabes quién eres y dónde quieres ir, ya no valen escusas. La incertidumbre paraliza y en base a la cultura profesional las respuestas varían entre anticipación, adaptación y acción. Todo profesional tiene como meta inmediata sobrevivir y necesita de gestión y eficiencia, pero si va más allá, puede ganar y esto se relaciona con competencia y eficacia.

Cuando todos hacen lo mismo, no existe estrategia sino imitación y al final sale caro. La no gestión acaba pasando factura. Como decía Warren Buffett “Cuando baja la marea sabemos quiénes se bañan sin traje de baño”. Son profesionales sin diferenciación, sin cultura profesional que cuando algo falla desaparecen pues no aportan valor al mercado.

“Hacer bien, trabajar bien y estar tranquilo es el camino de los sabios”. Lao Tsé.

El problema que se ha instalado en el ámbito profesional es la complacencia, pero esto lleva al fracaso. Siempre hay que hacer autocrítica y estar abierto a una mejora continua. Además, durante tiempo se ha dejado de lado la especialización, siendo clave para una diferenciación profesional que crea confianza y por tanto, sostenimiento en el largo plazo.

El éxito rápido, ha quedado demostrado, es, en la mayoría de los casos, efímero. Toda estrategia tiene que considerar y ser enfocada en el futuro, en el largo plazo. Además, un verdadero profesional está siempre en constante aprendizaje, la zona de confort no exite y como decía Eric Hoffer “Ante los cambios, los que aprenden heredan la tierra, mientras que los que saben se encuentran preparados para tratar con un mundo que ya no existe”.

También una realidad relacionada con la cultura es el hecho de que los profesionales que perduran son quienes trabajan con excelencia y respeto. Se está acabando el estereotipo que durante mucho tiempo se ha implantado de “el fin justifica los medios” y ya está implantándose la gestión con “alma”. Ahora, la estrategia no es el enfrentamiento sino la adaptación mediante la anticipación. La proactividad frente a la reactividad.

Integridad profesional

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En estos tiempos en que los casos de corrupción son públicos y notorios, y cuando parece que lo que está mal es que los pillen, viene a colación la honestidad, de la que traté hace un tiempo. Pero más que honestos tenemos que ser íntegros.

Las empresas y profesionales están muy preocupados ante la falta de integridad y tienen la necesidad de establecer códigos de conducta basados en la ética. Estos códigos son, sólo, recomendaciones que se asumen como buenos pero no se implementan realmente.

Estamos enfocados en resultados sin considerar como se llega a esos resultados, queda poco claro lo que está bien y lo que está mal. Se ha implantado el lema de “el fin justifica los medios”, sin importar los daños colaterales que puedan producirse.

Integridad es actuar con rectitud, honestidad, franqueza y justicia, es decir, ser consecuente con los principios personales y morales. Es hacer las cosas bien y, además, las cosas correctas, buscando siempre la mejora continua, tanto propia como de los demás.

La integridad también se manifiesta en la lealtad. Lealtad incluso con quien no se lo merece, pues construye la confianza de los demás. Cuando uno defiende o no acusa, aunque pudiera hacerlo, es una persona íntegra, leal, que construye la confianza de los demás.

Ser una persona íntegra produce beneficios en la gestión profesional y concretamente en la toma de decisiones apostando por la conciliación del bien propio y del bien común. Sólo el profesional íntegro tiene una visión global de la situación y gestiona con prudencia. Elige el camino correcto, aunque no sea una decisión deslumbrante.

Esta visión amplia, propia de la persona íntegra, es la única que ofrece garantía de acciones realistas, con el fin de conseguir el bien común por encima del personal.

La integridad da valor a la comunicación creando seguridad manifiesta en una buena reputación basada en la rectitud, transparencia y honestidad en sus acciones.

Es importante cuidar el resultado pero también la forma de lograr los objetivos. La integridad debe ser una constante en toda actividad profesional.

La falta de integridad puede derivar en pérdida de la confianza y en corrupción. Muchas veces se justifica con “todo el mundo lo hace”. A largo plazo, la desconfianza es lo peor que puede sufrir un profesional y restablecer esa confianza es muy difícil. La falta de integridad te lleva a la cima en el corto plazo, pero a largo plazo puede incluso eliminarte profesionalmente. Un profesional vale por lo que hace día a día y la transparencia y la confianza son causa y efecto de una conducta coherente.

Un gestor con integridad sabe quién es y lo que es importante, y sabe que integridad es confianza, su postura es sin ambigüedades, es ejemplo. La confianza implica responsabilidad, ser predecible, persistencia en el logro de metas, autenticidad.

Un profesional íntegro dice “SI” a la verdad, aunque le cueste su posición. Es un excelente trabajador, con relación cordial, diligente y con buena actitud.