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El fútbol es uno de los deportes que tiene más seguidores en el mundo. Es una competición dónde se gana o se pierde. Un futbolista, al igual que un profesional, aporta al club su talento para conseguir títulos deportivos y, puede dar la vuelta a un partido.
En economía, las cosas valen lo que alguien esté dispuesto a pagar por ellas. Una misma botella de agua mineral tiene precios distintos si se vende en un supermercado o en un hotel de lujo. La diferencia está en el “valor percibido”. El “valor” que aporta un jugador se mide por su rendimiento actual y futuro. Las empresas analizan sus debilidades y tratan de encontrar al profesional que puede aportar lo que la empresa necesita.
Sin embargo, cada vez se valora más las actitudes positivas de una persona para su progreso futuro que las habilidades que tiene hoy. La era del rendimiento rápido está pasando y se empieza a buscar una proyección de futuro. Un talento con proyección, una actitud de mejora continua. Se está poniendo mucho cuidado en la contratación de las personas, basándose fundamentalmente en los valores. Es un error contratar personas que aunque competentes tienen una actitud negligente o no clara, porque no darán lo mejor de sí mismos para desarrollar todo el potencial de una organización. Ya no es suficiente un goleador, se necesita con talento con proyección de futuro.
Mark Twain: “Aléjate de los que menosprecian tus ambiciones. Los grandes hombres son aquellos que te hacen sentir que tú también puedes llegar a ser uno de ellos”. La pasión y creer en algo es fundamental en el deporte, y en los negocios. Las empresas para avanzar tienen personas apasionadas que empujan hacia delante. Ya no existen los trabajos “para toda la vida”, pero la lealtad es una cualidad que se mantiene y, con ella, la pasión de los integrantes de una organización. “Los sueños son lo que te hace empezar. La disciplina es lo que te mantiene. La disciplina hace que el individuo de lo mejor de sí mismo, tomando decisiones objetivas y racionales.
En un equipo como en la empresa, el capitán, el gestor, es fundamental. “Si eres el capitán y alguien se desvía un milímetro, tu obligación es decírselo inmediatamente” – Bryan Robson, ex capitán de la selección de Inglaterra
Los capitanes son el nexo entre los jugadores y el equipo directivo de un club de fútbol, los gestores en las empresas actúan igual, toman las órdenes de los superiores y las transmiten a sus colaboradores y, en sentido inverso, trasladan ideas y sugerencias.
Los capitanes y gestores tienen una autoridad moral entre sus compañeros que emplean con autonomía. Antes del inicio del partido, el entrenador es el que manda, pero cuando comienza el partido, el capitán es el mejor situado para tomar decisiones minuto a minuto. La autonomía en la gestión empresarial es el llamado empoderamiento, empowerment, “autonomía en la gestión diaria”.
Además, los capitanes y los gestores tienen que tener perspectiva. Tienen que analizar y observar todo desde distintos puntos de vista. Pueden y deben captar sentimientos, estados de ánimo y emociones de todo el equipo. Es una tareas difícil porque al mismo tiempo son un jugador más y líder de grupo. Por tanto, para el correcto desempeño de sus funciones, los capitanes necesitan tener experiencia que consiguen con la práctica y madurez.
“No me digas lo que debería hacer; dime cómo debería pensar”. Un gestor profesional, al igual que un entrenador de fútbol prepara a sus jugadores para que aporten lo mejor de sí mismos. En el mundo empresarial, los gestores como parte más importante de su gestión es saber potenciar las habilidades de cada persona y sacar a la superficie todo su talento en beneficio del equipo y de toda la empresa. Es difícil en el management porque los negocios se mueven a velocidad de vértigo. En el fútbol está claro que el desarrollo profesional es algo que debe realizarse de forma continua.
Si en los negocios se midiera el éxito fútbol, en cada partido, los gestores planificarían con más precisión, incluyendo programación, objetivos claros, revisiones periódicas y feedback continuo.
Un buen entrenador, como un profesional en la gestión tiene que tener el conocimiento adecuado, amplias nociones en diversas áreas, pero también necesita conocer la técnica del juego, además, de presentar compromiso (generando confianza mutua), empatía (ponerse en el lugar de los demás, olvidando jerarquías) y ser estímulo para que su equipo desarrolle su cometido con autonomía.
El manager o gestor tiene que tener una visión global del negocio para tomar decisiones acertadas y conseguir los objetivos planteados. Si se elimina lo accesorio de un club de fútbol o de una empresa, quedan las personas. En el fútbol, como en la empresa, lo importante es el equipo, y es vital establecer la estructura del mismo. Un buen gestor conoce las personas con capacidad para aportar un rendimiento mejor en un determinado puesto.