Archivo por meses: agosto 2015

Empresa Ética: Juego sucio = Crisis de incompetencia

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La verdadera crisis es la incompetencia. Jugar sucio en la empresa puede costar caro en el ámbito de la gestión profesional del siglo XXI.

«Aquel hombre que pierde la honra por el negocio, pierde el negocio y la honra». Quevedo.

La gestión de una empresa pasa por una fuerte evaluación y dos son los principales motivos por los que una empresa puede prescindir de un gestor profesional: la incapacidad para conseguir resultados (incompetencia) y la incapaciadad para conseguir esos resultados de forma ética (juego sucio).

El siglo XXI plantea la necesidad de valorar por encima de todo la integridad profesional. Cuando hay desconfianza en la integridad y la solvencia ética empresarial se debilita todo lo demás. Ya no es necesario ser agresivo, sino ser honrado, jugar limpio. La ética en los negocio se presenta en el siglo XXI como un arma poderosa a nivel de competitividad. Las empresas demandan gestores con estándares éticos rigurosos e inquebrantables. La proyección profesional de estos profesionales es lenta pero firme y sobre sólidos cimientos su profesionalidad está asegurada dando resultados sostenibles en el largo plazo.

La sociedad está muy sensible ante las decisiones empresariales con impacto social y medioambiental, por lo que las empresas empiezan a establecer un código ético para determinar unas reglas de juego basadas en valores y principios claros.

Las empresas son negocios y buscan beneficios, estableciendo una gran presión en la consecución de resultados, pero ya no sirve el conseguirlos a cualquier precio. En el siglo XXI el mercado ya no admite el negocio empresarial que no respeta criterios y límites éticos, poniendo en su lugar a las empresas que no respetan las reglas de juego. Nace, así, la empresa ética.

Sociedad diversa – Gestión diversa

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Aunque las mujeres han alcanzado representación a nivel laboral aún existen importantes barreras que limitan la posibilidad de alcanzar cargos de alta dirección.

Los obstáculos no están relacionados con la formación, pues hay paridad a este nivel, el problema está más relacionado con los estereotipos de género, donde el liderazgo es asimilado con características asumidas como típicamente masculinas. Incluso se asume que la mujer no puede ser líder pues no va con su naturaleza.

El reto en la gestión empresarial es reconocer y potenciar la diversidad en la composición del grupo gestor (diferencias en género, formación, experiencia, aptitudes, actitudes, nacionalidad, …, la diversidad que compone la sociedad). Esta diversidad podrá ser vista como la representación de todos los individuos que forman la sociedad en la empresa creando valor y fomentando una ventaja competitiva a nivel organizacional.

Por otra parte, es inminente el ascenso de las mujeres en la escala empresarial y merece la pena reconocer la importancia que las mujeres desarrollen su gestión en sintonía con sus características y no imitando o asumiendo el patrón masculino.

La falta de diversidad, principalmente en género, en puestos de responsabilidad de toma de decisiones parece que puede estar condicionado por distintos factores siendo el factor socio-cultural uno de los más relevantes. Los roles masculinos y femeninos están muy marcados y diferenciados a nivel histórico, social y cultural.

Es importante, también, reconocer las diferencias entre hombres y mujeres, y a través de ellas reconocer la importancia de la diversidad y ponerla en valor, pues la sociedad es cada vez más diversa y sus miembros tienen que tener representación para considerar sus necesidades y recomendaciones e ir mejorando día a día en la gestión empresarial.

CEF: Cultura empresarial femenina

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Las mujeres están presentes en los distintos ámbitos de la sociedad y también en la empresa, donde se reconoce su capacidad de gestión. Está contrastado que un equilibrio de género y diversidad en los equipos de gestión conduce a resultados positivos en los negocios. Sin embargo, son muchos los estereotipos de género que hay que derribar, entre ellos y en todos los contextos sociales, está la conciliación laboral y familiar.

Las mujeres propietarias de empresas se concentran principalmente en las pequeñas y microempresas. Las mujeres consiguen su desarrollo profesional como administradoras y gestoras pero el «techo de cristal» sigue vigente, impidiendo que accedan a un estadio superior. Las empresas desaprovechan la contribución que las mujeres pueden tener en sus beneficios.

El equilibrio de género se considera cada vez más beneficioso para la actividad económica. Son numerosos los estudios que concluyen que los equipos de gestión con diversidad y equilibrio de representación de género tienen un efecto positivo desde el punto de vista financiero.

Diversos estudios señalan el nacimiento de una nueva cultura empresarial, a partir de la incorporación de las mujeres a la empresa. La empresa requiere de otro tipo de habilidades, menos competencia y más asertividad, menos jerarquía y más horizontalidad; habilidades tipificadas como femeninas. La novedad está en que ahora se considera como virtudes aquellos rasgos que antes se consideraban limitaciones (las emociones, los valores, empatía, colaboración,…) para asumir cargos directivos.

Algunos investigadores señalan que escuchar es quizás una característica típica del talento femenino para estimular la comunicación. Saber escuchar lleva a manejar expectativas y anticiparse a la satisfacción de las necesidades tanto de la empresa como de la gente.

La flexibilidad de las mujeres y la capacidad del trabajo en equipo aumentan el compromiso y la identificación con la empresa.

Estas características eran interpretadas como falta de ambición pero la nueva realidad del mercado se centra en lograr objetivos considerando la existencia de valores. Así, surge la “cultura empresarial femenina”.

Trabajar en exceso: Compromiso mal entendido. Actualízate!

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Ha sido publicado un artículo que asegura que trabajar en exceso puede repercutir negativamente en la salud. Lo ha publicado la revista Muy Interesante y aquí está el enlace: muyinteresante

En España está la cultura de «más horas de presencia en la oficina, más compromiso con la empresa», pero este estudio pone de manifiesto que no lleva a mayor productividad, sino al contrario, pues consigue llevar a crear un estado de presión sobre el profesional que le lleva a desarrollar distintos sintomas que le afectan a la salud física y psíquica.

El exceso de trabajo puede tener consecuencias tan elementales como estar imposibilitado para incrementar competencias y habilidades, y lentamente se pierde competitividad y terminará sin trabajo y desactualizado, o relegado a trabajos cada vez de menos categoría. Mantenerse actualizado tanto en temas de profesión, política, economía, empresa,… es una necesidad que no se mide, no se evalúa ni se considera. Muchos profesionales son autómatas que realizan tareas monótonas y mecánicas, perdiendo la perspectiva de su profesión que es lo que debe ser potenciada y actualizada constantemente.

Todos tenemos distintas experiencias en la vida laboral. Es muy importante estar involucrados y comprometidos con el trabajo bien hecho, es más, cuando se hace un trabajo hay que buscar siempre ser mejores, pero a veces, esa autoexigencia puede tener consecuencias para la salud. Una de las decisiones más difíciles tomadas en mi vida profesional fue dejar un trabajo, que me gustaba, donde aprendí mucho, conocí grandes profesionales y personas. Es más, incluso hubo un superior, que en su posición, me trató de igual a igual, y creo que quedó un poco descolocado con mi decisión de dejar mi trabajo.

Las circunstancias en mi entorno laboral más cercano me llevaron a autoresponsabilizarme de distintos objetivos, y llegué a alargar mi jornada laboral (abría todos los días la oficina y era de los últimos en salir). Mi compromiso excedía de lo que realmente era mi responsabilidad, asumí la consecución de objetivos del grupo, y eso repercutió seriamente en mi salud.

Agradezco los intentos de reconducir la situación, de algunos mandos superiores. Es una decisión no comprendida, aunque quienes estaban allí la entienden. Dejé un puesto de trabajo estable, que me gusta, un equipo de profesionales y colaboradores de los que aprendí mucho, y también, alguien con un puesto con capacidad de decisión, con el que hablaba claramente, de tú a tú, tomando un café. Gracias por su intento de reconducir la situación.

Ahora las circunstancias que me hicieron dejar ese puesto, han cambiado, pero quizá fue necesario esa decisión para provocar un cambio en el entorno laboral. La salud es muy importante, y para poder desarrollar un buen trabajo hay que estar al 100%. Un profesional tiene que dar lo mejor de sí, y si no puede, porque no le dejan o no se dan las circunstancias, tiene que tomar decisiones importantes.

Humbición. Atrevete a aprender siempre

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Ser muy bueno en algo no basta, la aspiración es ser mejor, siempre hay que aprender de todo y de todos.

Ser bueno en algo, implica alcanzar una meta. Muy importante y loable, pero estático.

Ser mejor en algo, implica metas por alcanzar. Mejora e inquietud constante, progresión, crecimiento, dinamismo.

Un punto de partida de todo profesional es ser muy bueno en algo, pero con el objetivo de la mejora continua porque el esfuerzo invertido lleva a resultados mejores de los esperados. Con perseverancia lo que funciona bien se sigue mejorando. El constante descontento o inquietud es el motor del buen trabajo.

No es suficiente ser bastante bueno, es necesario mejorar siempre, para ser mejor, haciendo muchas cosas diferentes, sin limitaciones. El éxito a largo plazo ya no es sólo cuestión de análisis necesita de compromiso, con los clientes, con el trabajo, con uno mismo y con la empresa.

Cuando el compromiso está en el trabajo bien hecho, con el descontento manifiesto por la inquietud que lleva a intentar ser mejor cada día, aparece el gestor con “humbición”. Son muchos los ejemplos a seguir, pero pocos están al alcance de cualquiera, ya que son genios únicos como Steve Jobs. Así, muchos gestores profesionales se ha planteado apostar por su estilo personal enriqueciéndolo constantemente mediante la humbición.

La «humbición» es una mezcla de humildad y ambición que combate la arrogancia. Los verdaderos profesionales son lo suficientemente inteligentes para no atribuirse todo el mérito de sus éxitos, ya que cuentan con la colaboración y cooperación de otros profesionales con capacidades e ideas brillantes. Los profesionales eficientes no se venden como el Superman resuelve problemas, sino que reconocen e impulsan que las mejores soluciones e ideas pueden venir de cualquier sitio, un genio o grupo de genios que colaboran en su equipo.

El verdadero profesional tiende a ser discreto y “sólo sabe que no lo sabe todo”, así que se preocupa en que todos los miembros de su equipo compartan sus conocimientos, talento e ideas. Su entorno de trabajo es la democracia en el sentido de la libre expresión de ideas, independientemente del lugar que se ocupe en la organización, y su misión es saber analizar y dar sentido a esas ideas. Sabe afrontar y resolver problemas y hacer que ocurran cosas dónde nadie, ni ellos, pretenden tener todas las respuestas. No pretenden saberlo todo, y dejan que el mayor número de colaboradores se sientan responsables aportando ideas.

La profesionalidad no viste de Prada

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El fútbol es un deporte de equipo, donde los jugadores se colocan en función de los demás, si un jugador pierde la posición, otro lo cubre. Además, saben encajar frustraciones, saben perder, porque el rival también juega. En el fútbol como la empresa, el profesional tiene que afrontar su trabajo como un desafío divertido. Es muy importante el éxito del equipo pero también los logros individuales que repercuten en el éxito global.

El equipo de fútbol como la empresa está formado por colaboradores con trayectorias diferentes donde la diversidad es clave para conseguir una mejora continua. Aunque el entorno de trabajo sea informal, cualquier idea, incluso en cafeterías, reuniones se tiene en cuenta y analiza. No se mide el trabajo sólo por el tiempo, sino más bien con los resultados. Honestidad y formalidad no es un traje, un horario, unas normas sino el ser honesto con uno mismo, respetar a los demás y aceptar y adaptarse a las nuevas realidades sin perder la esencia, la compostura del ser. El profesional no necesita un traje para reivindicar su saber hacer, simplemente, lo hace.

En el futbol, como en la empresa, el profesional va con la verdad por delante. No se puede ganar a cualquier precio. El engaño permite conseguir objetivos a corto plazo, pero no es la mejor opción para el largo plazo. Un buen profesional tiene que ser respetado por los demás, y eso lo consiguen con honestidad, sin importar el traje que lleve.

La humildad es otro valor que tiene que tener todo profesional, se puede ganar por goleada pero nunca faltar el respeto al rival. Por muchos partidos, proyectos, que se ganen, no garantiza que vayan a vencer siempre. Se gana, se consigue un trabajo profesional, no por ser bueno sino por el esfuerzo invertido en cado partido/proyecto.

Las empresas, como los equipos de fútbol, son sistemas sociales con personas con ilusión en progresar profesionalmente y ser útiles para sí mismos, para el equipo/empresa y para la sociedad. Cuando se respeta la esencia de la empresa, los valores que determinan su personalidad, la hacen única, significativa y relevante.

No admite discusión que el éxito de un equpo, de fútbol o de empresa se basa, no en valores que se asumen como un formalismo; sino en motivar a las personas a la acción e incentivar el orgullo de pertenencia y compromiso con el grupo, creando valor, y esto no lo da el traje, aunque sea de Prada.

Gooooooooooool; Esfuerzo

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Un equipo de fútbol puede tener excelentes jugadores y objetivos tácticos muy definidos para obtener la victoria, pero si los jugadores no entrenan en vencer las dificultades para alcanzar objetivos estarán perdidos. Los jugadores deben conocer de antemano en forma teórica y práctica todos los problemas tácticos que se les puedan presentar en un partido. Nada queda a la improvisación. Un partido de fútbol tiene una duración de 90 minutos pero su preparación ha llevado meses.

En la gestión empresarial sucede lo mismo. No hay improvisación, todo tiene que estar analizado y planificado. Ahora, toca encontrar soluciones y aparecen fórmulas, recomendaciones, recetas de cómo afrontar situaciones, gestionar y actuar. No hay ningún secreto, truco o magia, simplemente, es volver a valorar el esfuerzo y la dedicación por el cuidado del trabajo bien hecho. Es la Ley de Esfuerzo-Recompensa. Simplemente, es volver al trabajo bien hecho, al esfuerzo por dar lo mejor de sí mismos, a aportar y mejorar constantemente.

«Esfuerzo» es una palabra que no está suficientemente valorada, se prefiere las recompensas rápidas. Creo que es importante que los niños aprendan el valor del esfuerzo. En el fútbol sin esfuerzo no se ganan los partidos y la recompensa llega al final del partido y de la temporada, tras mucho tiempo de entrenamiento. Además, quita el miedo a perder, pero ganar o perder depende de muchos factores, el jugador puede controlar su esfuerzo y al centrarse en el esfuerzo, da lo mejor de si.

Colaboradores profesionales satisfechos, implicados y comprometidos con la empresa. Son empresas donde los gestores, líderes y colaboradores colaboran, comparten ideas con el compromiso y la implicación por un buen trabajo para conquistar metas y cumplir con indicadores económico-financieros.

La gestión se basa en la congruencia entre los valores personales y los valores empresariales. La empresa forma parte del colaborador profesional y éste es parte de la empresa para que el negocio tenga una viabilidad sostenida a largo plazo. Ahora, todo se soluciona con valores, algo que nunca se tenía que haber despreciado. Cuando hay sinergia entre la acción individual y la organización, surgen colaboradores comprometidos con la empresa que sienten como propia. Son personas cuya aportación, implicación y compromiso, se potencia gracias a la identificación con valores empresariales que refuerzan su orgullo y sentido de pertenencia a la organización.

Las personas que forman parte de la empresa tienen que tener capacidades técnicas y competencias y, es vital, la compatibilidad de valores individuales y empresariales. Los valores empresariales son la referencia para garantizar una buena ciudadanía corporativa.

Sabes de fútbol? Perfecto!

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El fútbol es uno de los deportes que tiene más seguidores en el mundo. Es una competición dónde se gana o se pierde. Un futbolista, al igual que un profesional, aporta al club su talento para conseguir títulos deportivos y, puede dar la vuelta a un partido.

En economía, las cosas valen lo que alguien esté dispuesto a pagar por ellas. Una misma botella de agua mineral tiene precios distintos si se vende en un supermercado o en un hotel de lujo. La diferencia está en el “valor percibido”. El “valor” que aporta un jugador se mide por su rendimiento actual y futuro. Las empresas analizan sus debilidades y tratan de encontrar al profesional que puede aportar lo que la empresa necesita.

Sin embargo, cada vez se valora más las actitudes positivas de una persona para su progreso futuro que las habilidades que tiene hoy. La era del rendimiento rápido está pasando y se empieza a buscar una proyección de futuro. Un talento con proyección, una actitud de mejora continua. Se está poniendo mucho cuidado en la contratación de las personas, basándose fundamentalmente en los valores. Es un error contratar personas que aunque competentes tienen una actitud negligente o no clara, porque no darán lo mejor de sí mismos para desarrollar todo el potencial de una organización. Ya no es suficiente un goleador, se necesita con talento con proyección de futuro.

Mark Twain: “Aléjate de los que menosprecian tus ambiciones. Los grandes hombres son aquellos que te hacen sentir que tú también puedes llegar a ser uno de ellos”. La pasión y creer en algo es fundamental en el deporte, y en los negocios. Las empresas para avanzar tienen personas apasionadas que empujan hacia delante. Ya no existen los trabajos “para toda la vida”, pero la lealtad es una cualidad que se mantiene y, con ella, la pasión de los integrantes de una organización. “Los sueños son lo que te hace empezar. La disciplina es lo que te mantiene. La disciplina hace que el individuo de lo mejor de sí mismo, tomando decisiones objetivas y racionales.

En un equipo como en la empresa, el capitán, el gestor, es fundamental. Si eres el capitán y alguien se desvía un milímetro, tu obligación es decírselo inmediatamente” – Bryan Robson, ex capitán de la selección de Inglaterra

Los capitanes son el nexo entre los jugadores y el equipo directivo de un club de fútbol, los gestores en las empresas actúan igual, toman las órdenes de los superiores y las transmiten a sus colaboradores y, en sentido inverso, trasladan ideas y sugerencias.

Los capitanes y gestores tienen una autoridad moral entre sus compañeros que emplean con autonomía. Antes del inicio del partido, el entrenador es el que manda, pero cuando comienza el partido, el capitán es el mejor situado para tomar decisiones minuto a minuto. La autonomía en la gestión empresarial es el llamado empoderamiento, empowerment, “autonomía en la gestión diaria”.

Además, los capitanes y los gestores tienen que tener perspectiva. Tienen que analizar y observar todo desde distintos puntos de vista. Pueden y deben captar sentimientos, estados de ánimo y emociones de todo el equipo. Es una tareas difícil porque al mismo tiempo son un jugador más y líder de grupo. Por tanto, para el correcto desempeño de sus funciones, los capitanes necesitan tener experiencia que consiguen con la práctica y madurez.

No me digas lo que debería hacer; dime cómo debería pensar”. Un gestor profesional, al igual que un entrenador de fútbol prepara a sus jugadores para que aporten lo mejor de sí mismos. En el mundo empresarial, los gestores como parte más importante de su gestión es saber potenciar las habilidades de cada persona y sacar a la superficie todo su talento en beneficio del equipo y de toda la empresa. Es difícil en el management porque los negocios se mueven a velocidad de vértigo. En el fútbol está claro que el desarrollo profesional es algo que debe realizarse de forma continua.

Si en los negocios se midiera el éxito fútbol, en cada partido, los gestores planificarían con más precisión, incluyendo programación, objetivos claros, revisiones periódicas y feedback continuo.

Un buen entrenador, como un profesional en la gestión tiene que tener el conocimiento adecuado, amplias nociones en diversas áreas, pero también necesita conocer la técnica del juego, además, de presentar compromiso (generando confianza mutua), empatía (ponerse en el lugar de los demás, olvidando jerarquías) y ser estímulo para que su equipo desarrolle su cometido con autonomía.

El manager o gestor tiene que tener una visión global del negocio para tomar decisiones acertadas y conseguir los objetivos planteados. Si se elimina lo accesorio de un club de fútbol o de una empresa, quedan las personas. En el fútbol, como en la empresa, lo importante es el equipo, y es vital establecer la estructura del mismo. Un buen gestor conoce las personas con capacidad para aportar un rendimiento mejor en un determinado puesto.

Deja la teoría y gestiona!

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En gestión empresarial es más transcendente su aplicación que su diseño. El diseño depende del análisis de un grupo de expertos pero la aplicación involucra a toda la empresa. Además, no sólo está la empresa sino todo el entorno que configura el mercado. Cada empresa es distinta y cada momento es diferente, por lo que es difícil establecer recetas.

El mercado es dinámico en constante cambio y evolución que influye y es influido por todos los elementos que lo conforman. Las empresas pueden planificar cualquier cambio o movimiento pero hay muchas ocasiones que tiene que adaptándose a las sucesivas realidades en las que está inmersa.

La actuación planificada pretende anticiparse y adaptarse al mercado, intentando tener un cierto control en la evolución de la empresa y determinar qué se quiere en el futuro, minimizando la incertidumbre.

Como ya se ha comentado, el mercado es muy complicado y no hay fórmulas mágicas para conseguir el éxito. Una cosa sí está clara, el entorno y mercado está dado y las empresas con sus recursos, valores y cultura tienen que intentar sacar ventaja de las situaciones a las que se enfrentan, siempre sobre la base de la mejora continua. Una manera de intentar aumentar las posibilidades de éxito puede enfocar la gestión como sigue:

  1. El primer paso y fundamental es establecer un diagnóstico de la situación. El conocimiento y análisis de la necesidad de mejora o de cambio con especial atención a los colaboradores afectados identificando aspectos como es la estructura, los procesos, la tecnología y las personas.
  2. El segundo paso es determinar la estrategia a seguir que va a afectar al resultado final que se quiere conseguir. Se pueden plantear tres tipos de actuación:
  • Basada en el poder y la coerción. Quien tiene que realizar el cambio está subordinado a un superior y actúa por miedo a alguna pérdida.
  • Basada en la razón y el análisis. La colaboración se consigue con una propuesta explicada claramente.
  • Basada en la norma y la reconducción de la situación. Se basa en la reeducación para mejorar.

Es relevante que la empresa se vea como un gran colectivo donde todos son importantes, consiguiendo la cooperación y la consideración y el respeto de las ideas de todos con acceso a toda la información.

  1. El tercer paso es la planificación. Estableciendo los objetivos de forma clara.
  2. La puesta en marcha. Determinando el momento apropiado y la intensidad en la implantación.
  3. Por último, comparar los resultados con los objetivos marcados. Es fundamental tener una visión clara de los resultados en términos de actitudes, productividad y comportamiento.

Fútbol: La jugada perfecta!

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Una jugada trazada con precisión que asegura el gol si se pone en práctica. Había llegado la ocasión de utilizar la jugada perfecta. Nada queda a la improvisación.

Varios jugadores se reúnen y repasan la jugada. Empieza la jugada, sacan, envían el balón al número diez, centrocampista, luego a un extremo. El entrenador no para de gritar y jalear. Centra con precisión y el delantero centro introduce el balón en la portería. Gooool. El estadio se venía abajo. El árbitro señala fin del encuentro. La jugada fue perfecta.

Los responsables en la gestión de una empresa, tienen que entender que es importante tener un gran rendimiento, pero es fundamental saber dónde hay que ir, y si lo que se está haciendo sirve para alcanzar el objetivo marcado.

Sin unos objetivos definidos correctamente, no se puede gestionar eficazmente. Lo primero es determinar el rumbo, porque puede que se reme a buen ritmo pero hacia dentro del océano y no hacia la orilla.

El entrenador, como el gestor, infunde los valores en el equipo. Hacer que cada miembro se siento parte del equipo, la identificación con el proyecto en el que colabora. Los aficionados de un club comparten sentimientos y normas, y defienden al entrenador y al equipo frente el adversario. En la empresa se logra con un equipo profesional y comprometido, donde el compañerismo y la colaboración, es total. El trabajo en equipo para conseguir un resultado común. Es importante “formar vestuario”.

El miedo a perder, la falta de concentración, la frustración, querer ganar por encima de todo, son sentimientos que afectan en forma negativa al rendimiento. Lo importante es que la gente trabaje en equipo. Los gestores empresariales son como los entrenadores, tienen que generar confianza y escuchar a su equipo.

El gestor tiene que gestionar, así, algunas medidas sacadas del deporte pueden ser:

  1. Tarjeta roja a los malos rollos. El jefe tiene que confiar y cuando alguien se equivoca “no lo manda al banquillo”, le deja actuar asumiendo su responsabilidad en la consecución de resultados. El mayor error de las empresas es no considerar a los colaboradores.
  2. Entrenar valores y emociones. Los negocios los hacen personas. El mundo corporativo es una comunidad con diversidad en su composición.
  3. Análisis de jugadas. Un gestor debe identificar los puntos fuertes y desarrollar a su equipo. Si invierte en la mejora continua, sumará goles. Analizar la competencia, previene escenarios y dar un valor diferente y mayor al negocio.
  4. Planificar. Jefe y colaboradores tienen que tener el mismo objetivo. Si se domina una estrategia, se puede ganar partidos (clientes, ventas) y anticipar imprevistos.