Los profesionales identifican sus áreas de excelencia y concentran en ello toda su energía. El resto lo delegan, lo subcontratan o se buscan la vida para no tener que hacerlo.
El lugar ideal para el talento es donde exhibe las virtudes y disimula las carencias. No hay nada peor que el talento malgastado. Fracaso absoluto.
A menudo, no hay resultados excelentes porque se está lejos del verdadero potencial. Baltasar Gracián: “Cualquiera hubiera triunfado de haber descubierto su mejor cualidad”.
Hay muy pocos que desempeñen una actividad en la que fusionan talento y actividad profesional.
Las virtudes están infravaloradas. No se pueden tocar todas las teclas del piano y si no dedicas tiempo a lo que sabes hacer mejor, no lo potencias.
Lo cómodo es más fácil. Apostar por el talento es arriesgar, ser diferente a lo habitual.
Lo más importante es ser honesto. Admitir las carencias y centrar el esfuerzo en aquello que sabes hacer mejor. Te lo pasarás bien, los destinatarios de tus habilidades se verán beneficiados, tendrás éxito y serás más feliz.
El mercado es más exigente y requiere tener una buena educación, inclusive la continua; estar dispuesto a perseguir objetivos y comprometerse a buscar los mejores resultados para la empresa. Es muy importante tener buenos valores. Con ellos se convierte en no sólo un buen profesional, sino que en un gran ser humano.