Leí hace unos días lo siguiente:
“La honestidad es muy valiosa, no la encontrarás en gente barata, no valiosa”, y me acordé de una compañera de trabajo, que ante situaciones que no eran lo más idóneas, normalmente, por la conducta o actitud de superiores, decía, en tono jocoso: “¿Por qué te paras en los medios días, habiendo días enteros?”. Con esta frase, despertaba unas risas entre compañeros y serenaba el ambiente laboral. Y es verdad, muchas veces creemos que para destacar en el grupo, es necesario no ser transparente, claro, honesto, tener un halo de misterio. Sin embargo, hoy día, ya no sirven las palabras sino los hechos. Las explicaciones sobran ante la contundencia de las actuaciones honestas, sin misterio.
Todos decimos ser honestos. Honestidad es la conducta recta, honrada así como actuar con la verdad, con sinceridad y coherencia entre lo que hace, lo que piensa, lo que dice o que ha dicho.
El profesional es honesto, no tiene que demostrar nada, pues sus actuaciones lo acreditan:
– Al actuar siempre con rectitud y veracidad; cumplir con el correcto proceder en el desempeño de su cargo y en todos sus actos: servicial, oportuno, amable, culto, esmerado, escrupuloso, disciplinado, intachable, pertinente y considerado, cabal, justo, moral.
– Al cumplir siempre con el trabajo, utilizar el tiempo laboral para realizar las tareas propias del cargo con el mejor esfuerzo y esmero.
– Al actuar con rectitud y en el uso, manejo y protección de los bienes de la organización.
– Al ser escrupuloso en el manejo de los recursos económicos, con cuentas claras y sin malos entendidos.
– Al emitir criterios, apreciaciones u opiniones siempre veraces y objetivos sobre asuntos inherentes a sus funciones.
– Al actuar siempre de forma veraz y honrada en el trato, en la relación y en la comunicación con los demás en ambiente laboral: no mentir, no promover relaciones de desconfianza.
– Al no perder el tiempo, evitar interrupciones.
El profesional es responsable, y responde siempre de su actuación: Cumple con los compromisos y obligaciones adquiridas con una persona o empresa, dando respuestas adecuadas a lo que se espera , asumiendo las consecuencias de sus actos y decisiones, rindiendo cuenta de estos.
La responsabilidad implica tomarse en serio lo que hace, hacer todo lo posible desde el principio para que al hacer la tarea esta salga bien. Por eso aprende a asumir las consecuencias de sus acciones, incluso cuando son negativas. La responsabilidad queda acreditada:
– Al conocer y cumplir los deberes y obligaciones del puesto que desempeña, y al asumir las consecuencias de las acciones y decisiones
– Al cumplir habitualmente, de manera confiable los compromisos adquiridos con la empresa, realizando un correcto desempeño y rindiendo cuentas de este.
– Al llevar a cabo las tareas asignadas con disposición, dedicación, empeño y determinación y cumplir el deber en todos los sentidos yendo más allá de la obligación, apoyando y cooperando con los demás, incluso ante situaciones adversas, poniendo lo mejor de si mismo, con sentido de propósito en favor del éxito de la empresa y en interés propio.
– Al actuar de manera diligente en su desempeño diario para no causar perjuicio a la empresa ni a sus compañeros. Al guardar respeto entre los compañeros, jefe y colaboradores. No dar malos tratos de palabra o de obra, en general dentro de la empresa y fuera de esta.