Archivo por meses: enero 2016

El ingeniero y el tornillo: Porque tú lo vales!!

La Fábula del Ingeniero y el Tornillo

Un ingeniero fue a una empresa a reparar un ordenador muy complejo. Tras revisar el equipo, lo apagó, sacó un pequeño destornillador, ajustó un tornillo y volvió a encender el ordenador. Comprobó que funcionaba correctamente y dio por terminada la reparación.

Cuando el director de la empresa preguntó por el precio, el ingeniero le dijo 1.000,00€, el cliente pensó que era un abuso y pidió una factura detallada, que recibió al día siguiente:

– Apretar un tornillo: 1,00€

– Saber qué tornillo apretar: 999,00€

Moraleja: Aprende a hacer valer tus conocimientos.

El valor de un profesional está también en lo que sabe y no solo en lo que hace. Cuando parece muy fácil solucionar ciertos problemas o se realiza en poco tiempo, el precio parece caro. Un buen cliente valora el “saber-hacer” sin poner en duda la profesionalidad, ya que no necesita la justificación del trabajo sino que aprecia el resultado de un trabajo bien hecho. El verdadero profesional está en mejora y aprendizaje constante, y eso tiene un valor que lo aporta y demuestra en el resultado de su trabajo.

Cada proyecto es un reto, y cada cliente es distinto con necesidades distintas a las que es necesario adaptarse. Un tema que se deja de lado pero que es fundamental es conocer el tiempo del cliente para que pueda asimilar el cambio. A veces, el tiempo no depende del profesional sino de los colaboradores en la empresa, la velocidad en la que se consigue el máximo potencial del equipo sin quemarlo, y dentro del equipo no todos tienen la misma velocidad.

Según Goldratt en la “Teoría de las Limitaciones”:

“La organización de las actividades de trabajo y toda la organización en su conjunto sería como una cadena formada de eslabones de distintos grosores (fortalezas)”.
“Una mejora en la fortaleza (grosor) del eslabón más débil, sí mejora la fortaleza del conjunto de la cadena”.
“Un fortalecimiento de cualquier otro eslabón no variará la fortaleza del conjunto de la cadena, pero sí el peso de ella”.

El “saber-hacer” profesional es determinar dónde actuar en la empresa para aumentar al máximo la fortaleza de la cadena, incrementando su peso lo menos posible.

Si no queremos llegar siempre al mismo resultado, deberíamos cuanto menos, dejar de hacer siempre lo mismo.

Cuando se intenta gestionar un problema en una empresa, en la mayoría de los casos, el foco se centra en el equipo, área o departamento dónde estaba el conflicto, sin considerar que todos forman parte de un sistema vivo, dónde todo está conectado. Cuando surge un problema, tiene repercusión en el conjunto. Desde el punto de vista sistémico, esos problemas son realmente soluciones. La experiencia demuestra que cuando un conflicto se resuelve, no siempre se resuelve efectivamente; y aparecen otras problemáticas que los sistemas utilizan para manifestar su descontento (Exceso de competitividad, Abuso de autoridad, Bajo rendimiento). Estas manifestaciones se dan porque NO HAY RESPETO A:

  1. El origen. “De dónde viene” la empresa debe ser conocido y respetado por todos, más que la trayectoria y la evolución.
  2. La historia. Conocer éxitos, fracasos, errores y aciertos. Todo lo necesario para construir lo que se es hoy. Es necesario honrar la historia.
  3. El sentido de la pertenencia. Todos y cada uno deben saber qué lugar ocupan y respetar la cadena de mando, compartir compromiso y valores.

El profesional RESPETA su origen, su historia y tiene sentido de pertenencia. El experto no trabaja sólo para una parte del sistema, sino que presta atención a todo. No juzga y está de acuerdo con TODO lo que se plantee, confía además, en que el sistema es capaz de encontrar sus propias soluciones. Cualquier profesional es una persona que toma conciencia de quién es cuando entra a la empresa y tiene una actitud abierta, perceptiva y flexible a lo que sucede a su alrededor. Considera que todas y cada una de las personas están dentro del sistema y en el lugar correcto; en definitiva, con la información necesaria, encuentra (no busca culpables) la base del conflicto

Trabajo ideal, pero….

atareado

El trabajo es ideal (empleo en el área de especialidad, buenas proyecciones de mejora y salario nada despreciable) pero no el ambiente en la empresa.

Un escenario estable y favorable reduce la rotación de personal, la impuntualidad o el ausentismo, la duplicidad de funciones (a largo plazo es uno de los mayores problemas, hartazgo), la insatisfacción laboral (a largo plazo provoca renuncias).

Las empresas enferman por muchos factores, tanto internos como externos. Existen elementos de carácter interno que afectan a las relaciones entre los distintos niveles y que, de no gestionarlos, pueden llevar a la quiebra de cualquier empresa. Algunos son:

Situaciones que llevan a inestabilidad o incertidumbre.

Un auténtico gestor empresarial se esmera en comunicar de manera constante los cambios y las decisiones de la compañía, trata de establecer lazos de confianza entre todos y cada uno. Un mal jefe es el principal factor de riesgo para que todo un departamento se sienta desmotivado. Los líderes comunican, intercambian opiniones y hacen sentir a sus colaboradores como pieza clave en los procesos.

Las relaciones laborales se entorpecen si no hay respuestas y realimentación constante por parte del gestor. No tiene sentido ejecutar acciones sin considerar el trabajo de los demás. El buen jefe identifica malas actitudes, comportamientos inaceptables y los evita.

Hoy en día cualquiera dice ser experto en algo, por eso, el verdadero profesional no es charlatán, su trabajo habla de sí mismo, si es su pasión se nota en el resultado. Distingue lo mediocre de lo excelente, sigue aprendiendo cada día.