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En una economía que se impulsa por las ideas, un líder tiene que ser un buen maestro. Tiene que ilusionar desde el convencimiento para que todo el equipo se mueva en la misma dirección, entendiendo la prioridad y necesidad de cada momento. Eso sólo se logra a través de la enseñanza. Nada de órdenes, eso no es enseñar, eso es mandar. Es muy importante que el equipo sepa en todo momento el objetivo a alcanzar y los medios de que dispone, así como su utilización óptima.
Un gestor tiene que contar con su equipo, y llevarles a pensar por ellos mismos. ¿Qué hacen los grandes maestros? Los mejores instructores son guías, comparten lo que saben, pero ellos no son importantes, son sus seguidores. A un buen maestro no le basta con saber de su enseñanza, necesita conocer a las personas a las que va a enseñar (su talento, valores, experiencia, necesidades, aptitudes, actitudes,…) para transmitir exactamente lo que necesitan saber. Aquí viene el elemento más importante de toda relación, la comunicación, que tiene que ser fluida y transparente, a todos los niveles. Pongamos el ejemplo de alguien que quiere ir a Roma, lo primero que se le preguntaría es ¿dónde estás, desde dónde inicias el viaje? Es muy importante, también, el diálogo fluido, para conocer la percepción que cada uno tiene de sí mismo y así, potenciar los puntos a reforzar, conociendo la personalidad de cada uno de los miembros del grupo.
Cuando los maestros transmiten seguridad y confianza, Puede parecer algo muy simple pero los colaboradores tienen que saber que pueden confiar en su mentor, que emana pasión y determinación.
La diferencia entre un buen profesor y un gran profesor no es su experiencia o su conocimiento, es su pasión, ya que el deseo es contagioso, y si el profesor lo tiene, lo más seguro es que los alumnos también lo atrapen. Lo más importante que aprendí de los grandes profesores es que hay que tener pasión por lo que se hace y debe ser genuina, no se puede simular.
Un deber de los mentores o gestores, maestros, es mostrar a sus seguidores cuánto necesitan saber, conocer lo que son y lo que necesitar mejorar para ser lo que realmente quieren ser. Además, un gran maestro tiene la habilidad de simplificar las ideas complejas y hacerlas entendibles. En la empresa, es lo mismo. La esencia de enseñar, y de aprender, está en la comunicación. El principal reto que los gestores es lograr que su equipo les entienda, que comprendan hacia donde se dirige, por qué se hacen cambios, cómo trabaja y cómo piensa. De lo contrario, el gestor perderá valor, oportunidades e, incluso, a sus empleados.
La credibilidad es un punto esencial, ya que la perfección es una máscara, y a veces, la mejor respuesta que un profesor puede dar es, “No lo sé”. Hay que desconfiar de los “sabelotodo” pues no son honestos. Reconocer que no sabes algo, muestra que estas siempre aprendiendo. Por otra parte, un líder en una empresa no puede permitir que la gente se pregunte por qué está éste gestionando la empresa, si no tiene todas las respuestas. Lo importante es la colaboración con todo el equipo, estando dispuesto a aprender también de los demás. El grupo lo agradecerá y se involucrará en el proyecto común.
Un profesor efectivo entiende que aprender es explorar con la formulación de las preguntas adecuadas para llegar a lo más profundo de la situaciónLos mejores líderes y maestros ayudan a la gente a aprender como pensar por su propia cuenta en vez de indicarles lo que tienen que pensar.
El gestor empresarial quiere un grupo de gente que sepa lo que quiere que sepa, pero al mismo tiempo que se sienta libre de tomar las decisiones que el día a día les exige.
El gran gestor, maestro, sabe escuchar y deja que todos aprendan de todos, incluido él. Es posible que un compañero tenga una idea que los demás no habían pensado. Al mismo tiempo, un gran maestro tiene un trato individualizado por persona, ya que todos somos distintos.